lunes, 10 de septiembre de 2012

Comienzos

Hay muy pocos comienzos. Oh, ciertas cosas parecen comienzos. Alguien sube el telón, mueve el primer peón o dispara el primer tiro*, pero eso no es el comienzo. La obra, la partida o la guerra no son más que una ventanita que da a una cadena de acontecimientos que pueden remontarse a miles de años atrás. Lo realmente importante es que antes siempre hay algo. Siempre estamos ante un caso de Y Ahora, Sigan Leyendo.

 *Probablemente contra el primer peón.

Bienvenido, visitante anónimo. ¿Hola? ¿Hay alguien? ¿No? Bueno, el espectáculo debe continuar igualmente. El espectáculo siempre continúa, no importa lo que pase. Y si no que le pregunten a los que intentaron seguir una obra después de un cambiazo entre actos que acabó con cuatro actores entre bambalinas, sustituidos por tres brujas y una Muerte de verdad.

La cuestión es, en todo caso, que tras un año y medio de silencio (y una semana añadida, aunque supongo que no es relevante), creo que es hora ya de seguir plasmando aquí cosas que salen de la chistera. Puede que haya algunos cambios, puede que esto se llene más de veneno y menos de palabras dulces y bellas metáforas (espera, ¿alguna vez hubo alguna?... Eso es lo de menos) O puede que no. ¿Quién sabe?

Por lo pronto, espero poder abrir la válvula una vez por semana, y a ver si dura el tema. Para la próxima semana ya está escogido el tema, solo falta redactarlo. Y no a todos gustará. Pero como esto no lo lee nadie (o casi), si no te gusta, siempre puedes no volver por aquí. O sí, a lo mejor sí te gusta lo siguiente que leas. La chistera es mágica, pero el que la empuña no es mago y no controla lo que de ella sale.

viernes, 4 de marzo de 2011

Crónicas desde la capital

Sábado. Doce de la mañana. Un joven se despierta y despereza tras una mala noche, otra de tantas. Comienza a toser, ahogado como los últimos días, con los oídos taponados a causa del resfriado que lo tiene martirizado desde mitad de la semana. Media hora después, ya un poco más limpio de fluidos molestos, saluda al mundo con una ducha y un desayuno frugal. El dolor de cabeza es insistente, apenas permite centrarse en nada.

Dos del mediodía. Comida rápida y frugal, aderezada con una pastilla para mitigar el dolor de cabeza. Otra va directa a la cartera, esa noche va a necesitarla si quiere sobrevivir al concierto que le espera.

Cuatro de la tarde. Una llamada lo despierta del letargo en que lo ha sumido la modorra. Un compañero de viaje para la tarde. Bueno, uno no, EL compañero con el que ha quedado solo dos horas y media más tarde en la estación para tomar un tren que los lleve a la capital, al concierto. Conversan cinco minutos. El resumen es simple. El compañero ha ido de juerga la noche anterior y se ha pasado con la bebida, cosa poco habitual. Resultado: está medio muerto en la cama, con una resaca enorme. *Perfecto. Yo con resfriado de caballo, y él con resaca de elefante. Vaya par* El plan cambia. Coche del resacoso conducido por el resfriado. Vuelta nada más terminar el concierto. *Bueno, mejor que estar haciendo el subnormal toda la noche hasta poder coger un tren de vuelta a primera hora de la mañana y con sueño es, así que...*

Siete menos cuarto. ¿Dónde coj.... están las llaves del coche? Por el camino, los dos amigos van comentando sus respectivas vidas, hace mucho que no se ven. Problemas de faldas o de libros copan la mayor parte de la conversación, pero también la envidia y admiración a partes iguales que causan hermanos pequeños en unas condiciones físicas mucho mejores. Aunque nunca lo admitirán delante de los susodichos. Eso sería mortal para el respeto de los benjamines hacia ellos. O algo así.

Nueve y algo de la noche. Tras perderse un par de veces en el camino (la capital es muy liosa sin luz), consiguen aparcar el coche y reunirse con más colegas que los esperan y, lo más importante de todo, tienen las entradas. Corriendo a por un bocata para meterse en el estómago, y directos a la sala del concierto.

Diez de la noche. Una preciosa y redonda luna llena ilumina los cielos mientras todo el grupo de amigos espera en la cola para poder entrar. Camino del guardarropa, un borracho empieza a corear una de las canciones míticas del grupo. "Tier rasan tasanta tierra, porti m ividae dedar..." La mayoría de los que están a la cola sonríen o como mínimo se ríen ante el anticipo. Se oye algún comentario respecto al probable estado etílico del cuerpo del cantamañanas al finalizar las dos horas de concierto. La mayoría se olvida del tema en los siguientes dos minutos. "Pá dentro tó dios, que no vamos a tener un sitio decente, cojones!!!"

Diez a veinte minutos después. Tras una pequeña espera, desesperante para algunos, y útil para que otros puedan echarle una ojeada al personal y al local, y constatar la presencia de un enano ninja y bufón, y un gigante conocidos, las luces del local se apagan para dar entrada al grupo.

Comienza el concierto con 'La Sombra de la Bestia', comienzo muy adecuado dado el estado de la luna de la noche. Acaba con el peculiar y centenario homenaje a un pirata bravucón que no estúpido, aunque orgulloso y vencedor. En total, algo más de dos horas de música a todo volumen. En realidad, el volumen y el ambiente son perfectos. Acaban con el resfriado, o al menos con la mayor parte de sus complicaciones. La sordera, parcial y temporal, es un efecto secundario aceptable y consentible que compensa con creces el beneficio. La mayoría de la pandilla es unánime en que el concierto ha sido genial. Solo el más aficionado se queja. Demasiados temas de un álbum que pasará por la historia de la banda sin pena ni gloria, y muchos temas míticos que se quedan en el backstage. La unanimidad es para el momento gracioso del concierto, cuando, cerca del final, toda la banda comienza a tocar 'Legendario', excepto el guitarrista y cantante principal, que entona los primeros acordes de 'Tierras de Leyenda' "Tíos, mirad lo que pasa para una canción que me pongo a grabar en vídeo, hay que joderse". Parar de tocar resulta obligatorio. Con el beneplácito de la audiencia, o quizás temiendo que buena parte de ella se enfade con el líder de la banda, este decide ceder en sus gustos y adaptarse a la decisión de la banda entera. El público lo agradece coreando con más fuerza las canciones restantes.

A la salida del concierto, tras saludar a algunos conocidos más, los colegas deciden ir a secuestrar a otros dos amigos más que no han acudido a la obligada cita. "Tira pálante, vamos pillar unas garimbas". Los comentarios respecto al concierto van dejando paso a otro tipo de comentarios, con muchas faldas y alcoholes metidos en el ajo.

"Venga tío, vámonos de vuelta que me estoy muriendo" El camino de vuelta se hace corto con la charla, pero las horas no pasan en balde.

Seis de la mañana. Tras un par de vueltas, el joven consigue dormir y disfrutar de un merecido descanso, con la sorpresa de encontrarse al día siguiente conque el resfriado ha desaparecido. *Sin duda, Santa es esa tierra, que estoy como nuevo, joder. Tengo que ir a más conciertos así...*

martes, 3 de agosto de 2010

Corriendo bajo la luz de la luna

*En la oscuridad de la noche, un hombre entra en el cuarto y despierta al joven que trata de descansar en el lecho*

- Hijo. Despierta, hijo. ¡Despierta!

- Oh tío, déjame dormir un rato, ¿quieres? Anoche llegué muy tarde, y ya sabes que el trabajo es muy duro.

- No, ahora no, hoy no. Ha ocurrido algo terrible. Levántate, ponte algo de ropa y ve enseguida junto a la caravana de Sam. Rápido.

*El joven mira el reloj que tiene en su muñeca mientras el hombre sale apresurado del cuarto. Las cinco de la mañana. Se viste mientras trata de imaginarse qué puede haber llevado a tanta preocupación a su tío. Algo grave, sin duda. Se lava la cara para despertarse tras solo tres horas de sueño, y sale corriendo a donde ya se han reunido unos pocos, que parecen estar esperandole cuchicheando entre sí.*

- Y bien, ¿qué ha ocurrido?

- ...

- Vamos, acabo de despertarme, apagué las brasas de la forja hace solo 4 horas, apenas logro mantenerme en pie de lo cansado que estoy, ¿quereis decirme que demonios ha pasado?

- Un demonio, eso ha pasado, muchacho. Un demonio se ha llevado a tu padre.

*El joven se gira hacia el hombre que le responde. Es el único de los reunidos al que no conoce. Un hombre joven, robusto, con varias y grandes cicatrices en los brazos desnudos. Lleva un simbolo grabado justo encima del bíceps. Es uno de ellos*

- ¿Qué te ha traido aquí, forastero? Pareces un búho cargado de malos augurios. Como todos los búhos. ¿De que conoces a mi padre?

- Dime muchacho, ¿qué sabes tú de tu padre?

- Sabe lo que necesita saber- responde el hombre que lo ha despertado.- Es un buen muchacho, y sus parientes le han explicado todo lo que sabe sobre los tuyos, y algunas cosas más.

- Caray. Y yo que pensaba que en estos días solo los Hijos seguían esa costumbre. Bien, eso facilita las cosas. Bueno, muchacho. Has de saber que tu padre y yo eramos compañeros. No es necesario que te dé más detalles, ¿verdad? Pues bien. Tu padre ha muerto. Luchamos contra un demonio, un ser que jamás debería haber pisado este mundo, y conseguimos vencerle, pero tu padre pago el precio con su vida. Tengo entendido que tu madre murió al darte a luz, ¿no?

- No, mi hermana le dió a luz en un parto complicado. Pero fue un Perdido el que la mató, pocos días después. Solo que para vosotros resultaba más fácil pensar que habia sido un parto complicado, que creer que unos parientes como nosotros hubieramos podido acabar con un Perdido sin vuestra ayuda.

- Sí, bueno, algo había oído sobre el tema. Pero probablemente ya sepas que los líderes son muy insistentes en que su versión del asunto es la correcta, y no aceptan ni permiten que se cuchicheen otras opiniones. Bueno, muchacho. Solo he venido para informaros de ello. Al fin y al cabo, eres la única familia que le quedaba, aparte de mí y de el resto de la... pandilla. Espero que no se te pase por la cabeza el querer su cuerpo para enterrarlo ni nada de eso. ¡Ey! ¿Estás bien?

*El joven se está poniendo rojo. Resopla como un animal enfurecido. Todos sus músculos parecen aumentar de tamaño. Sus tendones parecen querer salir de debajo de su piel*

- Oh, mierda. Justo ahora no...

*...*

- Parece que se despierta... Sí, se está despertando. Avisad a Methmes. Querrá hablar con él.

*La cabeza duele. Agujetas por todo el cuerpo. La consciencia se abre paso a través de un muro de dolores y sensaciones extrañas. Pelo bajo el cuerpo tendido en posición horizontal. Pelo encima del cuerpo, cubriéndolo. El calor de una lumbre cercana. Sonido de personas moviéndose. Y... animales, quizás perros.*

- Me han dicho que ya estás despierto, muchacho.

- ...

- Aún te duele todo el cuerpo, supongo. Tranquilo, se pasará en unos minutos. Espero que tu consciencia siga intacta a pesar de tu silencio...

- ¿Dónde? ¿Qué ha...?

- Sí, tu consciencia sigue intacta, al menos eso parece. Tranquilo, con calma. Descansa, no te incorpores aún, o el dolor de cabeza irá a peor. No quieres vomitar encima de tus mantas, ¿verdad? Calma. Todo a su tiempo. Trata de descansar, necesitarás un rato. Solo te diré que acabas de entrar por la puerta grande en la liga de los mayores. La misma en la que jugaba tu padre. Y el que envió al demonio que lo mató a él sigue vivo, así que quizás el hijo pueda vengar la muerte del padre, si es lo que desea.

- Anghh...

- Bueno, bueno. Parece que es demasiado para ti de momento. Trata de dormir todo lo que puedas, mañana empiezas una nueva vida. Buenas noches, pequeño cachorro.

lunes, 5 de abril de 2010

Un chalado, varios inconscientes y un puñado de dados de diez

El Mundo de Tinieblas está lleno, aparte del habitual ambiente gótico-punk-decadente-sobrenatural, de gente que anda chalupa por el mundo, locos, megalómanos, egocéntricos y demás trastornados en general (sí, un genio también es una persona trastornada, por muy apetecible que su trastorno pueda resultar para los demás). Eso, aparte de provocar que el mundo se encuentre en un estado pre-apocalíptico constante en el que parece que en cualquier momento medio mundo puede hacer boom y desaparecer, hace que las partidas de rol puedan resultar hilarantes (sobretodo vistas desde fuera). Ya se trate de manadas de hombres lobo, decadentes vampiros, malhumorados fantasmas, magos paranoicos o ingenuos humanos que no saben lo que hay ahí fuera (o sí lo saben, que es mejor), toda criatura que mora en el Mundo de Tinieblas es susceptible de aparecer en una partida, sea para tocar las narices, ayudar, o para rellenar hueco calentando asientos (el papel más soso, el que te permite estar comiendo un paquete de palomitas mientras los personajes se vuelven más y más locos).

Como probablemente ya sepas, oh adorado y alabado lector, actualmente dirijo una partida de Vampiro: Mascarada, orientada a la Gehena. Realmente no es que me guste destruir el mundo a mi antojo, bueno, más bien debería decir que no es la razón por la que tomé la alocada decisión de ponerme a dirigir a una panda de inconscientes a los que aun no ponía cara, justo en el momento en el que el mundo de los vampiros se retuerce y dobla sobre sí mismo con toda la intención de hacer puff y desaparecer. O sea, que no decidí dirigir a una cuadrilla de locos mientras destruyen el mundo solo por que me gustara la idea de destruir el mundo. Aunque tampoco tengo muy clara la razón por la que decidí hacerlo. Supongo que será cosa de que llevo el rol en las venas desde que me metí el primer chute de rol a los doce o trece años. O quizás, pura y simplemente, por amor al arte. *El autor lanza besos al aire dirigidos a imaginarias admiradoras de su arte (o algo)*

Pretender dirigir una cuadrilla de vampiros tiene, no obstante, su dificultad. Especialmente si los jugadores son más veteranos que el master o si son completos novatos. Bueno, sí, si son gente con algo de expieriencia que se creen en posesión de la verdad absoluta de la partida (cosa exclusiva del master, que para eso es el master), no es que sea complicado dirigirles, sino que lo mejor que puedes hacer es mandarlos a su casa de una patada en el trasero para que monten su propia partida y dejen de tocarte las narices. Al margen de esos insignificantes detalles, la tarea de dirigir una partida puede ser muy gratificante. Y extremadamente pesada para tu salud mental hasta que la pierdes de forma definitiva o te acostumbras, lo que suceda antes.

Antes, yo no me consideraba un gran master, ni muchísimo menos. Al fin y al cabo, es la segunda partida que dirijo. Aunque últimamente me lo estoy replanteando. Y lo peor de todo es que no tengo claro si soy mejor o peor de lo que creia. Me explicaré. Para empezar, aun no ha habido una sola sesión que se pueda considerar como tal. Es cierto que se cuentan con los dedos de una mano las sesiones que llevamos de partida, pero aun no he conseguido retener a TODOS mis jugadores TODO el tiempo de roleo. Por haches o por bes, solo he podido juntar a todos mis jugadores en una mesa roleando durante apenas dos o tres horas. Han sido causas circunstanciales ('estoy de viaje', 'me voy temprano porque tengo un vivo en casadiós', etc), pero a base de causas circunstanciales, estamos como estamos.

Así que el master se ha dedicado como loco a preparar la ambientación de la ciudad donde transcurrirán las próximas sesiones, después de dos o tres sesiones de introducción. Dos o tres sesiones que han resultado más que suficiente para comprobar que los personajes son una panda de raritos de cojones que van a cantar un huevo y parte del otro cuando lleguen todos juntitos a la ciudad de turno. Y lo mejor del tema es que no tengo ni idea de cual de ellos es el peor de todos. Juzga tu mismo/a.

Por un lado, tenemos al galán guaperas de turno, con suerte pero sin pasta, que se dedica a montar una timba de poker cada vez que ve un grupo de gente lo suficientemente grande como para ello (3 personas). Y esa... cosa, es el mismo maldito gitano (que no gitano maldito, en todas partes hay cosas raras) que para recorrer un bosque a toda prisa lo hace saltando de rama en rama a unos diez o quince metros de altura y que, cuando llegan los garou para decir 'aquí estamos, largo de nuestro territorio' a base de convertir en cenizas a todo vampiro no-viviente, decide que lo mejor que puede hacer es esconderse en el interior de un tronco seco hasta que pase el ojo del huracán, para despues utilizar la disciplina de Quimerismo para aparentar, sonar y oler como un hombre lobo. Y salir del bosque con su aspecto normal cantando 'George de la jungla'. O para salir de una mansión atravesando mediante una voltereta la cristalera que hay encima de la puerta principal porque ésta está atrancada. Es decir, el típico personaje al que en algún momento alguien cerrará la boca a tortazos, y él seguirá con su habitual sonrisa irónica.

En segundo lugar, un tipo con aspecto de nórdico y acento de ser de un estado del medio-este de los United. Melena, gabardina de cuero hasta los tobillos, completamente vestido de negro, que asegura ser un experto en química y artes marciales, con un algo indeterminado e inquietante. Un tipo curioso que o no abre la boca y se va su bola, o se pone a hablar contigo 'de buen rollo' a cinco centímetros de tu cara y tomándose la mayor de las confianzas. Ah, y que cuando augura una situación de combate o probable suciedad, se cambia la gabardina de cuero por una de tela. El mismo que acaba molestando a quien quiera que sea objeto de sus preguntas y que se considera lo suficientemente bueno como para dar lecciones a los demás. Es decir, el personajes al que le lloverán ostias para callarlo y que se guarde su suficiencia y seguirá preguntándose cúal es el problema.

Por otra banda, tenemos a la tierna jovencita que tiene que llamar casi a diario a 'casa' para decir que está bien y no le ha pasado nada, y ya de paso, decir a su equipo de limpieza que se mantengan preparados y a la espera. Una tierna jovencita que viste siempre deliciosos y caros vestidos hasta que le recomiendan que se ponga algo que permita una mayor movilidad a sus piernas, que es el momento en que se va a cambiar a su habitación para ponerse la ropa de jugar al tenis. La misma a la que se le ocurre que, como la ventana por la que quiere salir tiene verja, lo mejor que puede hacer para que la verja caiga es lanzar el piano de cola contra la pared al lado de la ventana, que seguro que es de madera y así la verja se suelta. La típica mujer que no muestra ningun tipo de reacción cuando la abofeteas en medio de una fiesta de alta sociedad, pero encuéntratela tú después en la calle, ya verás que bonito/a te deja.

Y por último, el joven afroamericano de afable sonrisa y guitarra a la espalda, especialista en vete tu a saber qué, curioso... y mudo. El que se pasa los tiempos muertos tocando la guitarra o ajustando su PDA para que la voz que sale del programa de habla automatizado creado por él mismo resulte más cercana a su antigua voz (o a lo que quiera en ese momento). El único que, quizás por haber perdido un sentido, encuentra que la manilla interior de la puerta principal de la mansión se ajusta a lo que necesita, la arranca, y sale de la mansión cerrando la puerta de nuevo (cuestión de educación, no va a dejar la puerta abierta de par en par, ¿no?). Al fin y al cabo, los que quedan dentro (todos acaban de entra) pueden salir por otro sitio (seguramente). El típico que si le das un puñetazo en la cara... bueno, seguirá sin hablarte.

Bueno, al margen de si el grupo me hace un buen master o no, lo único que tengo claro es que, dolores de cabeza al margen (Nueva York es demasiado grande para ambientarla bien), me voy a reir bastante con la serie de situaciones estúpidas, hilarantes o simplemente divertidas que vaticina esta pandilla. Se acepta público (aforo limitado a lo que quepa en el local de roleo, entrada gratuita a lameculos, chupatintas y demás calaña que así se declare a sí misma; prohibida a personal de la SGAE y agencias asociadas; el resto de asistentes deberán alabar y glorificar al master como pago en concepto de entrada, o pagarle la cena o las copas de la noche, según preferencias y/o posibilidades personales).

jueves, 25 de marzo de 2010

Muchas caras...

Ookûchi Hatori era un crio espabilado. Practicaba kenjutsu antes de saber correr correctamente, y empezó con karate antes de acabar el primer año de la primaria. Había nacido en una familia humilde residente en Tokyo. Humilde pero honorable. Y el pequeño Hatori-kun se embebió de esos valores desde el momento en que nació. Al contrario que la mayoría de niños japoneses de su edad, Hatori no tenía ningún problema para decir lo que pensaba y regañar a quien el creía que debía regañar. Eso hizo que sus compañeros de clase le respetaran mucho. Con los años, la habilidad como luchador del niño fue creciendo a la par que su honorabilidad. Se ganó a pulso la fama de ser alguien que trataba con respeto tanto a compañeros como profesores. Y eso no le gustaba a algunos que tenían su mismo descaro para decir lo que pensaban, aunque les faltaba su honor. Y con esos tuvo peleas con frecuencia Hatori. Peleas en las que solía salir bien parado, y que siempre trató de evitar.

Por otro lado, el primero recluta y luego soldado, Okuchi 'Dedos-finos' fue un tirador de primera. Un patriota de comportamiento intachable, aunque demasiado orgulloso según la solitaria opinión de su sargento. Se murmuraba entre el escuadrón que el soldado había batido todos los records que el sargento había establecido en toda su carrera en menos de un año, y que por eso el suboficial le tenía ojeriza al joven tirador. Aunque siempre se comentaba cuando el sargento estaba en otra parte. Por desgracia para la compañía, y fuera por una razón o por otra, el tirador fue juzgado por un tribunal militar tras un desgraciado accidente que había acabado con la carrera y la vida de otro soldado, y 'Dedos-finos' fue expulsado del ejército.

Hatto-kun era un tipo de otra calaña. Siendo muy joven, ya era uno de los mejores hombres del clan yakuza Akashi. Y un 'diplomático' muy convincente cuando se trataba de familias que interferían en los negocios del clan. Había sido el suyo un ascenso meteórico. Ayer era un matón anónimo, hoy un hombre de confianza, y mañana ya tenía la plena confianza del jefe y era uno de sus guardaespaldas personales y uno de los mejores asesinos que tenía el clan. El suyo fue un fin bastante brusco. Tan brusco como un agujero esférico de 15 metros de diámetro en la fachada del edificio de oficinas en el que estaba la base 'legal' del clan.

Akatsuki no era muy diferente de Hatto-kun, excepto por el detalle insignificante de residir en Los Angeles en vez de en Tokyo. Asesino profesional, en una semana limpió de basura (humana) varias manzanas alrededor de su casa. Todo tipo de gente contrataba sus servicios: palizas, amenazas, destrucción de propiedades, asesinato, etc. Mientras se le pagara, este violento matón hacía lo que fuera. La ciudad era peligrosa, después de todo. Así que no sorprendió demasiado a los clientes cuando desapareció tras una batalla campal en los arrabales. Sobretodo después de ver como había quedado la zona. En un cruce y sus alrededores, se podían ver los restos de varias explosiones que la policía determinó como procedentes de cocteles Molotov. Las farolas y semáforos caídos en la calzada. Varios vehículos completamente calcinados. Media docena de cadáveres y más restos de complicada investigación. La batalla, fuera entre quien fuera, había sido cruenta y brutal. Los camellos, mafiosillos, jefes de bandas y demás olvidaron a Akatsuki pronto, al fin y al cabo, había otros dispuestos a ocuparse de sus trabajos habituales.

Por último, Jacob. ¿Qué decir de él? Un tipo que se ganaba la vida como jefe de seguridad de un nada querido ricachón hasta que este murió en extrañas circunstancias. Un colega al que ponerle el coche a punto cobrándole lo justo para cubrir gastos. Un corredor que sabe por quien apostar. Un amigo capaz de cubrirte las espaldas cuando tienes problemas. Un tio al que le pones un vinilo escrito en Kanji en el coche que se lee como "Destello Nocturno". Y también un joven y letal vampiro que te mata si te pasas de la raya pero que trata de proteger a los "pobres humanos" de los abusos a los que los someten los que son como él. Un chupasangre que lo mismo viaja a un rincón perdido de Asia menor en busca de sabiduría ancestral como va a Haití a vengar la muerte de una amiga a manos de un viejo enemigo. Que lo mismo se enfrenta al Sabbat en su propio territorio como hace de intérprete en Tokyo para que un conocido pueda hacer un 'trabajillo'. Que lo mismo se alía con Garous y Magos para eliminar cazadores y perdiciones como recorre las catatumbas de Jerusalén en busca de un documento perdido desde hace milenios. Simplemente se puede decir de él, que no hay nada que decir.

Y bien, aquí están estos personajes. Cinco caras, cinco vidas. Cada una con sus propias características, cada una con sus peculiaridades. Cinco caras... y un mismo ser.

lunes, 8 de marzo de 2010

Visión en 360º

El camaleón era feliz con la sardina. Y la sardina era feliz con el camaleón. Como vivían en medios muy distintos, no podian verse tan a menudo como querían, pero eso no les impedia ser felices.

Un día, mientras el camaleón bajaba de su árbol y la sardina se dirigía a la orilla, una maragota se alejaba de la orilla y se encontró con la sardina. La sardina vio que le gustaba, y decidió irse con la maragota. Y así fue como el camaleón se quedó solo y abandonado por la fuente de su felicidad.

El camaleón volvió a los árboles, queriendo pensar que realmente era lo mejor. Al fin y al cabo, la sardina y él vivían en medios demasiado diferentes.

Mientras estaba en los árboles, buscando algo de comida para animarse, el camaleón se encontró con el colibrí, su amigo desde hacía tiempo, y alguien en quien podía confiar. El colibrí, en vez de animarle, se enfadó con él, pues no era capaz de dejar de pensar en su felicidad.

El camaleón, dolido por las duras palabras de quien creía su amigo, se marchó a otra rama. Pensó en echarle la lengua al colibri para asustarle y que viera lo dolido que estaba con él, pero siendo como era un animal calmado y poco dado a gestos tan belicosos, decidió ignorarle y seguir su camino. Y se fue pensando en que el colibri habría podido darle felicidad, aunque fuera transitoria.

El camaleón volvió a los árboles, queriendo pensar que realmente era lo mejor. Al fin y al cabo, el colibrí y él vivían en medios demasiado diferentes.

Cuando llegó al linde de los bosques en los que se había instalado, el camaleón se encontró con el lobo. Hacía poco que ambos habían trabado amistad, y el camaleón todavía no lo conocía demasiado bien, pues el lobo era un animal extraño. Taciturno a veces, y de reacciones imprevisibles. El lobo notó que su amigo estaba algo deprimido, y tras conocer su historia, trató de darle consuelo. Y el camaleón obtuvo felicidad, una felicidad transitoria, pero felicidad al fin y al cabo.

Al poco tiempo, el lobo se marchó. Era un animal extraño, y necesitaba dar rienda a sus excentricidades y seguir su propio camino. Y el camaleón se dio cuenta de que el momento había pasado, y que el lobo volvía a su medio natural. El tiempo de la felicidad transitoria había terminado.

El camaleón volvió a los árboles, queriendo pensar que realmente era lo mejor. Al fin y al cabo, el lobo y él vivían en medios demasiado diferentes.





El que sepa entender, que entienda.

domingo, 21 de febrero de 2010

Pesadillas

Por mucho que diga Calderón eso de que "los sueños, sueños son", las pesadillas son más, mucho más que eso. La mayoría tienen que ver con algún tipo de miedo: miedo a las arañas, las serpientes, los escorpiones, los insectos en general o las abejas en particular, miedo a estar solo, encerrado, a gran altura, a no tener suelo bajo los pies, y tu laaaargo etcetera. Son miedos primarios, instintivos, que la especie ha acabado por perder, aunque algunos sujetos aun lo mantengan. Y son pesadillas molestas. Te despiertas con sudor frío, escalofríos, jadeante. Te relajas un rato, das media vuelta entre las sábanas y te vuelves a dormir. Y listo. No pasa de eso. Es cierto, puede que una misma pesadilla te acose durante toda una noche y te deje desvelado. Pero normalmente, al día siguiente ya ni te acuerdas. Son pesadillas molestas, pero pasajeras.

En cambio, hay otro tipo de pesadillas más... cabronas. Estas no es que te alteren el pulso cardíaco, te lo dejan por las nubes. Y además te dejan el cerebro hecho puré. Son aquellas pesadillas que juegan con tus sentimientos de amor y odio (que, en esencia, son el mismo). Pongamos un ejemplo, pa entendernos. Tu pareja acaba de cortar contigo, y no es porque tu te hayas portado mal con ella. No la has maltratado, ni insultado, ni le has sido infiel ni nada por el estilo. Pero, por la razón que sea (y mejor si tu no la conoces o si sabes que la que te ha dado es mentira), ha cortado contigo. Imagina que un tiempo después, cuando su recuerdo aun te resulta doloroso puesto que aun la amas, sueñas con tu pareja, ah no, ahora ex-pareja, liándose con otra persona. Y sin discreción alguna, por muy recatada que fuera contigo. Eso es una pesadilla cabrona. No solo te duele pensar en tu ex-pareja, sino que además ves que está con otra persona. Eso no es una imagen agradable, precisamente. Ni tampoco algo que te puedas quitar de la cabeza así como así.

O por ejemplo, soñar con tu amante. Sí, con esa persona con la que disfrutas sexualmente como con nadie y por la que para tu desgracia empiezas a sentir algo aparte del más puro deseo. Te la/lo encuentras y, como siempre, su picardía te calienta. Y tu comienzas a pensar que, irremediablemente, esa noche toca. Pero resulta que en cuanto te descuidas, te demuestra que no solo se lleva bien con su ex-pareja de nuevo(ese/a capullo/a que tanto daño le ha hecho), sino que han vuelto. Y se lían delante tuya, como si nada. En realidad, lo quieras o no, si ves a alguien a quien aprecias mucho que es del sexo por el que tienes preferencia sexual (tu mismo sexo si eres homosexual o el sexo contrario si eres hetero) liándose con alguien, sea quien sea ese alguien, es muy dificil mantener la vista en esa persona. Algo en tu interior se rebelará (tu corazón, en realidad), y el mal humor se apodera de ti (o la apatía, si no tienes suerte). Asi que eso tambien se aplica a ese amigo/a que te atrae y al que ves liándose o simplemente coqueteando con otra persona. Y en eso no influyen las preferencias sexuales. Da igual si eres un tio hetero que ve a su amiga liándose con otra mujer, o si eres una mujer lesbiana y ves a tu amigo hetero liándose con una desconocida.

Por otro lado, están las pesadillas que juegan con tu sentimiento de odio. Volviendo a los ejemplos, ese/a idiota con el que discutias/peleabas cuando erais un par de enanos (o no). Verlo delante tuya hace que vuelva a hervirte la sangre, especialmente cuando no hace demasiado de la ultima vez que os enfrentasteis. Te despiertas con la furia dominando tu cuerpo, aunque lentamente te calmas.

Por desgracia, ninguna de estas cosas es lo peor que te puede pasar. No no no. Puede ser peor. Y lo es. Es el caso del combo. El combo consiste en una situacion dramática que te deja en un estado catatónico durante unos instantes, a pesar de que sabes que es imposible que tenga lugar. El supercombo: en una sala cerrada, de la que no puedes salir (necesitas estar ahí por lo que sea, como puede ser el estar esperando para subir a un avión o un tren para irte derechito/a a un concierto de tu grupo favorito), estás con tus colegas, que llevan un rato pasando de ti. Tu ex está a un par de metros, disfrutando de los besos de su nueva pareja; tu amante demuestra a todo el mundo de la misma forma que se ha reconciliado con su media naranja; tu amiga del alma, esa que con gran placer y regocijo te llevarías a la cama, no es menos que tu ex y tu amante, y demuestra a todo aquel que la mire lo enamoradísima que está de su nuevo novio/a. Y por si no fuera poco, aquel animal con el que te dabas de ostias todos los días el mes pasado viene hacia ti con cara de mala uva, una tirita en la ceja, puntos en la barbilla (obra tuya, obviamente) y acompañado de otros veinte colegas suyos con malas pulgas y cara de tener ganas de golpear sin parar. Y tus colegas, como no, a su bola y pasando de ti. Por suerte, es en ese punto en el que te depiertas, para no volver a dormirte en toda la noche, y rememorar el sueño hasta que te centras en alguna tarea mecánica que te permita no pensar en nada y quedarte con cara de bobo.

Si es que no hay peor cosa que amar sin ser amado y no odiar y ser odiado.

martes, 22 de diciembre de 2009

Tiempo de regodeo

Ahhhh! Vacaciones. Navidad. Tiempo de fiesta y celebración. De pasar el tiempo con la familia. O con los amigos. Tiempo también de derroche y consumo.

Se supone que en este país celebramos el nacimiento del mesías cristiano en estas fechas. A pesar de que parece probado (aunque es un dato no muy extendido) que nació en primavera (Marzo, si no recuerdo mal). ¿De que sirve esta celebración entonces? ¿Para extender la ideología cristiana por encima de las fiestas paganas? Bueno, no todo el mundo ha olvidado que en realidad el día que llamamos Navidad es un día de fiesta 'hereje' (celta, creo. sí, mi memoria anda muy mal, ¿que pasa?). Una fiesta se tapa celebrando otra cosa ese mismo día. Hay que admitir que el invento ha sido muy efectivo. Espero que el inventor de la idea fuese también recompensado adecuadamente, aunque lo dudo firmemente.

Por otro lado, quisiera hacer una reflexión respecto a otra cosa característica de estas fiestas. Papa Noel. Santa Claus. No importa el nombre. Un viejete gordo muy simpático vestido con un llamativo traje rojo. Bueno, dicen que originalmente, el traje era verde, pero es obvio y evidente que la ColaCoca es una empresa de gran poder y maldad (esconden su fórmula secreta para que no se la roben, aunque medio mundo la conozca, por lo visto. No, yo no la conozco), así que como su color es el rojo, pos el viejete tenía que pasar por el tinte su traje y su gorrito. Que me parece muy bien, oigan. Total, con lo desvirtuada que ya está la fiesta original, ¿a quién le importa que el gordito cambie el color de su traje? Lo que no acabo de comprender es la idea del viejete en sí. Un abuelete, que en vez de pasarse las fiestas con sus nietos, o con sus amiguetes jugando al dominó, se las pasa haciendo la lista de la compra en una fábrica en el polo Norte (para que los regalos lleguen frescos, supongo), para después repartir lo comprado entre las casas de la gente de todo el mundo.

Eso sí que es ser un filántropo, no como algun residente de Hollywood que yo me sé. O un estúpido, según como se mire. Porque vamos a ver. ¿A quién cojones se le ocurre entrar por la chimenea? Para eso están las puertas, atontao! Si quieres hacerlo sin que se te vea, vale, no uses la puerta. Usa la puta ventana, que aunque la rompas, se cambia con facilidad, y rara es la casa sin una ventana lo suficientemente ancha como para que pases, por muy gordo que estés. No como la chimenea, que tu entras rojo, y sales negro. Del esfuerzo de colarte (son estrechas ahí arriba) y del hollín que tienen, que la gente siempre se olvida de limpiarlas. Bueno, cuando las apaga. Y digo yo, si sales negro, pareces un ladrón. A ver si va a ser que...

Pero bueno, aunque no lo fueras (inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero solo sobre el papel, que eso en la calle no existe...). Tio, tu tienes un complejo de Robin Hood que ya quisiera el susodicho. Por que lo de andar regalando cosas como si a ti te sobraran. Y todos los años, además. Y siempre el mismo día. Si es que hay que ver... Bueno, pero es un complejo de Robin Hood ligeramente desviado. A los pobres les das cosas, pero a los ricos... diez veces más. Ni que vivieras de sus impuestos, vamos.

En fin, que te lo pases bien estas navidades, tengas un feliz año, y si tal, me regalas muchas cosas. Eso sí, luego, si te he visto no me acuerdo, que no está la economía para compensar con regalitos a cada filántropo que tiene un detalle contigo.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Ganarse quince libras

Otra vez en medio de una multitud. Tan numerosa como la otra vez, pero esta vez son hombres y mujeres que están ante ocho horcas colocadas en Stirling Castle, y la multitud es refrenada por la milicia formada alrededor de la plaza. Un pastor, el doctor ____ ____, de Renfrew, está sentado y lee en silencio. Frente a él hay un hombre vestido de negro. Rob J. lo reconoce antes de que se oculte tras una máscara negra; se llama _____ no sé cuantos, es un estudiante de medicina necesitado que se ganará quince libras como verdugo. El doctor ____ dirigue la lectura del salmo 130: "Cuando estaba perdido te llamé, oh, Señor". A cada uno de los condenados se les entrega el acostumbrado vaso de vino y luego son conducidos a la plataforma, donde esperan ocho ataúdes. Seis prisioneros prefieren no hablar. Un hombre llamado ____ observa el mar de rostros y dice en voz apagada: "Muero como un mártir de la causa de la justicia." ____ ______ habla con claridad. Parece fatigado y mayor de ventitrés años. "Amigos mios, espero que nadie haya sido perjudicado. Cuando esto concluya, haced el favor de ir tranquilamente a vuestra casa y leed la Biblia." Todos se ponen la gorra. Dos de ellos se despiden mientras les ajustan el nudo corredizo. _____ no dice nada más. Tras una señal todo ha terminado, y cinco de ellos mueren sin resistirse. Otros tres dan algunas patadas. El Nuevo Testamento cae de las manos inertes de ____ sobre la multitud silenciosa. Después de bajarlos, el verdugo les corta la cabeza con un hacha, uno por uno, y levanta el terrrorifico objeto por el pelo, diciendo en cada ocasión, como preescribe la ley: "¡Ésta es la cabeza de un traidor!"

(...)

Su juró a sí mismo y a Esculapio, el padre de la curación, que nunca más causaría la muerte de un ser humano por una diferencia de convicciones, ni siquiera golpearía a otra persona aunque estuviera furioso, y por milésima vez se maravilló por lo terrible que había sido para ____ no sé cuantos ganarse quince libras.




Cita de "Chamán", por Noah Gordon, páginas 74 y 75

lunes, 30 de noviembre de 2009

Nace, mata, muere, mata más

Mi historia no es nada especial. Bueno, para la mayoría de los pobladores racionales del mundo, quizás sí. Pero para una parte de ellos, una muy pequeña, aunque no sabría definir cuantos, somos tan pocos los que duramos, y tantos los que surgimos... En fin, para unos cuantos, mi historia no es realmente especial.

Nací... bueno, no lo recuerdo. Por entonces, como la guerra era constante, nadie apuntaba cuando nacía un niño. Ni siquiera si era un hijo de la nobleza navarra. Más tarde, cuando pregunté a la gente cercana, tampoco fueron capaces de decirmelo. Solo me dijeron que cerca del día de Santiago, así que para mí, ese fue mi cumpleaños durante un tiempo. ¿Qué año? No lo sé, no me importa, ya no. ¿El año 867 después del nacimiento de nuestro señor Jesucristo? ¿El 904? ¿Quizás el 956? Da igual. Un siglo más o menos no importa. No cuando llevo desde entonces suelto por el mundo. De todas formas, de una manera u otra, morí 25 años después.

Sigo aqui, ¿no? Sí. Sí, llevo más de mil años dando guerra, y nunca mejor dicho. Soy un guerrero. Fui un cruzado. Y ahora sigo en la Yihad. En una que empezó antes de la aparición del Profeta mahometano. Antes de la llegada del Mesías de Judea. Antes de que Moisés guiara a su "pueblo elegido por Iahvé". Mucho antes de que los egipcios se asentaran en el Nilo, esta Yihad ya estaba en marcha.

No me hago ilusiones. Es probable que la Yihad me sobreviva. Pero habré tenido mi papel en ella. Y he cumplido con dignidad con el guión. Nuestro padre fue elegido como juez por sus hermanos, para ellos y sus hijos, y los hijos de sus hijos, y así por toda la eternidad. Era el único de confianza para ello. Y nosotros, sus hijos, hemos seguido actuando desde entonces según ese papel asignado. Juez, investigador, fiscal, abogado, verdugo. Los que muestran ser dignos del regalo que se les ha entregado, de la maldición que se les ha impuesto, sobreviven. El resto son solo escoria que espera una muerte que desean rápida e indolora.

No lo merecen. Será rápida, sí. No merecen que les dediquemos más tiempo que el imprescindible. Pero no será indolora. Sufrirán. Llorarán sangre, se quemarán al sol, gritarán de dolor, se retorcerán entre estertores de muerte. Y se convertirán en polvo. Polvo al polvo.

Tiempo al tiempo. La hora final de muchos se acerca. Dicen que el fin de la Yihad está cerca. No lo sé, no me importa. Pero lo agradeceré. Llevo demasiado tiempo siendo un soldado. Nací, y mate a muchos antes de morir. Pero no son nada comparado con los que he matado desde que estoy muerto, apenas una brizna en una pradera de la que no se ve el final en el horizonte.

Cuando llegue el fin de la Yihad, podré ocuparme de ciertos asuntos personales. Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. Tras mil años, ya debe de estar congelado. La pradera se teñirá de rojo escarlata.