viernes, 4 de marzo de 2011

Crónicas desde la capital

Sábado. Doce de la mañana. Un joven se despierta y despereza tras una mala noche, otra de tantas. Comienza a toser, ahogado como los últimos días, con los oídos taponados a causa del resfriado que lo tiene martirizado desde mitad de la semana. Media hora después, ya un poco más limpio de fluidos molestos, saluda al mundo con una ducha y un desayuno frugal. El dolor de cabeza es insistente, apenas permite centrarse en nada.

Dos del mediodía. Comida rápida y frugal, aderezada con una pastilla para mitigar el dolor de cabeza. Otra va directa a la cartera, esa noche va a necesitarla si quiere sobrevivir al concierto que le espera.

Cuatro de la tarde. Una llamada lo despierta del letargo en que lo ha sumido la modorra. Un compañero de viaje para la tarde. Bueno, uno no, EL compañero con el que ha quedado solo dos horas y media más tarde en la estación para tomar un tren que los lleve a la capital, al concierto. Conversan cinco minutos. El resumen es simple. El compañero ha ido de juerga la noche anterior y se ha pasado con la bebida, cosa poco habitual. Resultado: está medio muerto en la cama, con una resaca enorme. *Perfecto. Yo con resfriado de caballo, y él con resaca de elefante. Vaya par* El plan cambia. Coche del resacoso conducido por el resfriado. Vuelta nada más terminar el concierto. *Bueno, mejor que estar haciendo el subnormal toda la noche hasta poder coger un tren de vuelta a primera hora de la mañana y con sueño es, así que...*

Siete menos cuarto. ¿Dónde coj.... están las llaves del coche? Por el camino, los dos amigos van comentando sus respectivas vidas, hace mucho que no se ven. Problemas de faldas o de libros copan la mayor parte de la conversación, pero también la envidia y admiración a partes iguales que causan hermanos pequeños en unas condiciones físicas mucho mejores. Aunque nunca lo admitirán delante de los susodichos. Eso sería mortal para el respeto de los benjamines hacia ellos. O algo así.

Nueve y algo de la noche. Tras perderse un par de veces en el camino (la capital es muy liosa sin luz), consiguen aparcar el coche y reunirse con más colegas que los esperan y, lo más importante de todo, tienen las entradas. Corriendo a por un bocata para meterse en el estómago, y directos a la sala del concierto.

Diez de la noche. Una preciosa y redonda luna llena ilumina los cielos mientras todo el grupo de amigos espera en la cola para poder entrar. Camino del guardarropa, un borracho empieza a corear una de las canciones míticas del grupo. "Tier rasan tasanta tierra, porti m ividae dedar..." La mayoría de los que están a la cola sonríen o como mínimo se ríen ante el anticipo. Se oye algún comentario respecto al probable estado etílico del cuerpo del cantamañanas al finalizar las dos horas de concierto. La mayoría se olvida del tema en los siguientes dos minutos. "Pá dentro tó dios, que no vamos a tener un sitio decente, cojones!!!"

Diez a veinte minutos después. Tras una pequeña espera, desesperante para algunos, y útil para que otros puedan echarle una ojeada al personal y al local, y constatar la presencia de un enano ninja y bufón, y un gigante conocidos, las luces del local se apagan para dar entrada al grupo.

Comienza el concierto con 'La Sombra de la Bestia', comienzo muy adecuado dado el estado de la luna de la noche. Acaba con el peculiar y centenario homenaje a un pirata bravucón que no estúpido, aunque orgulloso y vencedor. En total, algo más de dos horas de música a todo volumen. En realidad, el volumen y el ambiente son perfectos. Acaban con el resfriado, o al menos con la mayor parte de sus complicaciones. La sordera, parcial y temporal, es un efecto secundario aceptable y consentible que compensa con creces el beneficio. La mayoría de la pandilla es unánime en que el concierto ha sido genial. Solo el más aficionado se queja. Demasiados temas de un álbum que pasará por la historia de la banda sin pena ni gloria, y muchos temas míticos que se quedan en el backstage. La unanimidad es para el momento gracioso del concierto, cuando, cerca del final, toda la banda comienza a tocar 'Legendario', excepto el guitarrista y cantante principal, que entona los primeros acordes de 'Tierras de Leyenda' "Tíos, mirad lo que pasa para una canción que me pongo a grabar en vídeo, hay que joderse". Parar de tocar resulta obligatorio. Con el beneplácito de la audiencia, o quizás temiendo que buena parte de ella se enfade con el líder de la banda, este decide ceder en sus gustos y adaptarse a la decisión de la banda entera. El público lo agradece coreando con más fuerza las canciones restantes.

A la salida del concierto, tras saludar a algunos conocidos más, los colegas deciden ir a secuestrar a otros dos amigos más que no han acudido a la obligada cita. "Tira pálante, vamos pillar unas garimbas". Los comentarios respecto al concierto van dejando paso a otro tipo de comentarios, con muchas faldas y alcoholes metidos en el ajo.

"Venga tío, vámonos de vuelta que me estoy muriendo" El camino de vuelta se hace corto con la charla, pero las horas no pasan en balde.

Seis de la mañana. Tras un par de vueltas, el joven consigue dormir y disfrutar de un merecido descanso, con la sorpresa de encontrarse al día siguiente conque el resfriado ha desaparecido. *Sin duda, Santa es esa tierra, que estoy como nuevo, joder. Tengo que ir a más conciertos así...*