lunes, 5 de abril de 2010

Un chalado, varios inconscientes y un puñado de dados de diez

El Mundo de Tinieblas está lleno, aparte del habitual ambiente gótico-punk-decadente-sobrenatural, de gente que anda chalupa por el mundo, locos, megalómanos, egocéntricos y demás trastornados en general (sí, un genio también es una persona trastornada, por muy apetecible que su trastorno pueda resultar para los demás). Eso, aparte de provocar que el mundo se encuentre en un estado pre-apocalíptico constante en el que parece que en cualquier momento medio mundo puede hacer boom y desaparecer, hace que las partidas de rol puedan resultar hilarantes (sobretodo vistas desde fuera). Ya se trate de manadas de hombres lobo, decadentes vampiros, malhumorados fantasmas, magos paranoicos o ingenuos humanos que no saben lo que hay ahí fuera (o sí lo saben, que es mejor), toda criatura que mora en el Mundo de Tinieblas es susceptible de aparecer en una partida, sea para tocar las narices, ayudar, o para rellenar hueco calentando asientos (el papel más soso, el que te permite estar comiendo un paquete de palomitas mientras los personajes se vuelven más y más locos).

Como probablemente ya sepas, oh adorado y alabado lector, actualmente dirijo una partida de Vampiro: Mascarada, orientada a la Gehena. Realmente no es que me guste destruir el mundo a mi antojo, bueno, más bien debería decir que no es la razón por la que tomé la alocada decisión de ponerme a dirigir a una panda de inconscientes a los que aun no ponía cara, justo en el momento en el que el mundo de los vampiros se retuerce y dobla sobre sí mismo con toda la intención de hacer puff y desaparecer. O sea, que no decidí dirigir a una cuadrilla de locos mientras destruyen el mundo solo por que me gustara la idea de destruir el mundo. Aunque tampoco tengo muy clara la razón por la que decidí hacerlo. Supongo que será cosa de que llevo el rol en las venas desde que me metí el primer chute de rol a los doce o trece años. O quizás, pura y simplemente, por amor al arte. *El autor lanza besos al aire dirigidos a imaginarias admiradoras de su arte (o algo)*

Pretender dirigir una cuadrilla de vampiros tiene, no obstante, su dificultad. Especialmente si los jugadores son más veteranos que el master o si son completos novatos. Bueno, sí, si son gente con algo de expieriencia que se creen en posesión de la verdad absoluta de la partida (cosa exclusiva del master, que para eso es el master), no es que sea complicado dirigirles, sino que lo mejor que puedes hacer es mandarlos a su casa de una patada en el trasero para que monten su propia partida y dejen de tocarte las narices. Al margen de esos insignificantes detalles, la tarea de dirigir una partida puede ser muy gratificante. Y extremadamente pesada para tu salud mental hasta que la pierdes de forma definitiva o te acostumbras, lo que suceda antes.

Antes, yo no me consideraba un gran master, ni muchísimo menos. Al fin y al cabo, es la segunda partida que dirijo. Aunque últimamente me lo estoy replanteando. Y lo peor de todo es que no tengo claro si soy mejor o peor de lo que creia. Me explicaré. Para empezar, aun no ha habido una sola sesión que se pueda considerar como tal. Es cierto que se cuentan con los dedos de una mano las sesiones que llevamos de partida, pero aun no he conseguido retener a TODOS mis jugadores TODO el tiempo de roleo. Por haches o por bes, solo he podido juntar a todos mis jugadores en una mesa roleando durante apenas dos o tres horas. Han sido causas circunstanciales ('estoy de viaje', 'me voy temprano porque tengo un vivo en casadiós', etc), pero a base de causas circunstanciales, estamos como estamos.

Así que el master se ha dedicado como loco a preparar la ambientación de la ciudad donde transcurrirán las próximas sesiones, después de dos o tres sesiones de introducción. Dos o tres sesiones que han resultado más que suficiente para comprobar que los personajes son una panda de raritos de cojones que van a cantar un huevo y parte del otro cuando lleguen todos juntitos a la ciudad de turno. Y lo mejor del tema es que no tengo ni idea de cual de ellos es el peor de todos. Juzga tu mismo/a.

Por un lado, tenemos al galán guaperas de turno, con suerte pero sin pasta, que se dedica a montar una timba de poker cada vez que ve un grupo de gente lo suficientemente grande como para ello (3 personas). Y esa... cosa, es el mismo maldito gitano (que no gitano maldito, en todas partes hay cosas raras) que para recorrer un bosque a toda prisa lo hace saltando de rama en rama a unos diez o quince metros de altura y que, cuando llegan los garou para decir 'aquí estamos, largo de nuestro territorio' a base de convertir en cenizas a todo vampiro no-viviente, decide que lo mejor que puede hacer es esconderse en el interior de un tronco seco hasta que pase el ojo del huracán, para despues utilizar la disciplina de Quimerismo para aparentar, sonar y oler como un hombre lobo. Y salir del bosque con su aspecto normal cantando 'George de la jungla'. O para salir de una mansión atravesando mediante una voltereta la cristalera que hay encima de la puerta principal porque ésta está atrancada. Es decir, el típico personaje al que en algún momento alguien cerrará la boca a tortazos, y él seguirá con su habitual sonrisa irónica.

En segundo lugar, un tipo con aspecto de nórdico y acento de ser de un estado del medio-este de los United. Melena, gabardina de cuero hasta los tobillos, completamente vestido de negro, que asegura ser un experto en química y artes marciales, con un algo indeterminado e inquietante. Un tipo curioso que o no abre la boca y se va su bola, o se pone a hablar contigo 'de buen rollo' a cinco centímetros de tu cara y tomándose la mayor de las confianzas. Ah, y que cuando augura una situación de combate o probable suciedad, se cambia la gabardina de cuero por una de tela. El mismo que acaba molestando a quien quiera que sea objeto de sus preguntas y que se considera lo suficientemente bueno como para dar lecciones a los demás. Es decir, el personajes al que le lloverán ostias para callarlo y que se guarde su suficiencia y seguirá preguntándose cúal es el problema.

Por otra banda, tenemos a la tierna jovencita que tiene que llamar casi a diario a 'casa' para decir que está bien y no le ha pasado nada, y ya de paso, decir a su equipo de limpieza que se mantengan preparados y a la espera. Una tierna jovencita que viste siempre deliciosos y caros vestidos hasta que le recomiendan que se ponga algo que permita una mayor movilidad a sus piernas, que es el momento en que se va a cambiar a su habitación para ponerse la ropa de jugar al tenis. La misma a la que se le ocurre que, como la ventana por la que quiere salir tiene verja, lo mejor que puede hacer para que la verja caiga es lanzar el piano de cola contra la pared al lado de la ventana, que seguro que es de madera y así la verja se suelta. La típica mujer que no muestra ningun tipo de reacción cuando la abofeteas en medio de una fiesta de alta sociedad, pero encuéntratela tú después en la calle, ya verás que bonito/a te deja.

Y por último, el joven afroamericano de afable sonrisa y guitarra a la espalda, especialista en vete tu a saber qué, curioso... y mudo. El que se pasa los tiempos muertos tocando la guitarra o ajustando su PDA para que la voz que sale del programa de habla automatizado creado por él mismo resulte más cercana a su antigua voz (o a lo que quiera en ese momento). El único que, quizás por haber perdido un sentido, encuentra que la manilla interior de la puerta principal de la mansión se ajusta a lo que necesita, la arranca, y sale de la mansión cerrando la puerta de nuevo (cuestión de educación, no va a dejar la puerta abierta de par en par, ¿no?). Al fin y al cabo, los que quedan dentro (todos acaban de entra) pueden salir por otro sitio (seguramente). El típico que si le das un puñetazo en la cara... bueno, seguirá sin hablarte.

Bueno, al margen de si el grupo me hace un buen master o no, lo único que tengo claro es que, dolores de cabeza al margen (Nueva York es demasiado grande para ambientarla bien), me voy a reir bastante con la serie de situaciones estúpidas, hilarantes o simplemente divertidas que vaticina esta pandilla. Se acepta público (aforo limitado a lo que quepa en el local de roleo, entrada gratuita a lameculos, chupatintas y demás calaña que así se declare a sí misma; prohibida a personal de la SGAE y agencias asociadas; el resto de asistentes deberán alabar y glorificar al master como pago en concepto de entrada, o pagarle la cena o las copas de la noche, según preferencias y/o posibilidades personales).